Más de ocho mil personas abarrotaron el Palacio de Deportes y recitaron al unísono las románticas letras del mexicano
LUIS Miguel es todo un galán a la antigua usanza. Su porte y su voz cautivaron ayer a las 8.000 personas que abarrotaron el Palacio de Deportes. Traje de chaqueta impoluto y a medida, dientes a juego con el blanco de la camisa y una corbata con lunaritos. Una belleza estudiada hasta el último detalle.
Sus almibaradas letras hicieron soñar con apuestos amantes a más de una, hasta tal punto que alguna no pudo reprimir la lagrimita. El artista mexicano se encontró a gusto en el escenario, se dejó querer. Contoneando sus caderas, se acercaba a las fans de la primera fila para cantarles mirándoles a los ojos. Ellas deliraban y él, sabedor de sus encantos, sonreía gracioso presumiendo de dientes y de bronceado. Se creció en el escenario y lo dio todo a un público más que entregado, que le rendía tributo con auténtica devoción. Las dejó sin voz y sin respiración.
Algunas de sus más acérrimas fans se colgaron su estampa del cuello, como si de un santo se tratara. Los chillidos y los recitales de las romanticonas letras (se las sabían de memoria) dificultaban la escucha de las canciones. Ello sumado a los típicos '¿Guapo!', '¿Te queremos!' y '¿Cásate conmigo!' hicieron del auditorio parte integrante del espectáculo. El cantante de boleros deshizo a su afición.
Desde la primera canción 'Qué nivel de mujer' (del disco Aries, 1993) se metió al público en el bolsillo, la mayoría femenino, pero también muchos hombres que quisieron pasar una tierna velada en pareja y otros tantos que asistieron por 'furor' propio.
Con la maestría de quien canta en directo desde que tenía apenas doce años, Luis Miguel -con los 37 recién estrenados (los cumplió el pasado 19 de abril)- supo cómo meterse a los asistentes en el bolsillo. «Que saluden los del fondo, ahora los de la derecha y ahora los de la izquierda...». Y el público desgañitado. «¿Qué público tan bello!», exclamaba y confesaba que era un placer estar en Granada. «Cómo se está en esta ciudad, me encanta España, estoy encantado de estar aquí», les gritaba dejándose la voz. «Ahora voy a tocar un poquito de lo que he hecho en los últimos 25 años». Y así fue.
«El hombre de mi vida»
Las canciones más modernas se alternaron con las clásicas. Entre las más ovacionadas 'Suave' (del disco 'Aries' de 1993) y 'Usted' (de 'Romances', 1991).
Un punto culminante fue cuando durante 'La barca' (también del cedé 'Romances') dejó cantar al auditorio, dirigiendo hacia ellos el micrófono. Mientras, el mexicano se moría de risa sobre las tablas. Parece que el hijo de la actriz italiana Marcela Basteri y el cantante español Luisito Rey no se termina de acostumbrar a las pasiones que despierta. La almeriense Ramona Torres, de 34 años casi se desmaya. Sigue a Luis Miguel por todos sus conciertos, lo suyo es auténtica veneración: «¿Es el hombre de mi vida!», aseguraba la mujer natural de Vera.
Ramona fue una más de las ocho mil almas que ayer sucumbieron a la dulce voz del conquistador latino.